Os presentamos a Isabell Merkle, de la Asociación Alemana de Ciclistas (ADFC) y voluntaria en el Bicicleta Club de Catalunya (BACC). Vino de Berlín para comprender mejor los nuevos planteamientos en materia de movilidad sostenible que se están llevando a cabo en ciudades como Barcelona, Sevilla y Madrid. Buscando ejemplos internacionales de mejores prácticas, como la creación de las supermanzanas en Barcelona.
Para ella, la bicicleta significa muchas cosas al mismo tiempo: En primer lugar le permite moverse rápidamente por la ciudad, encontrar aparcamiento justo al lado de sus destinos (sí, a veces con un poco de creatividad). En segundo lugar, andar en bici le resulta divertido, le encanta su bicicleta de carretera, es antigua pero ágil y veloz; le encanta el hecho de tener tiempo para ella misma mientras pedalea por los parques de la ciudad de Berlín. Finalmente le libera de su mala conciencia de no hacer deporte regularmente. ¡Y es que la bici lo tiene todo!
Mi primera experiencia caminando por el ensanche (barrio de l’Eixample) de Barcelona fue frustrante: cada intersección tuve que andar en zigzag, ir a la izquierda o a la derecha cada 300 metros y esperar al semáforo a cada rato. Una o dos veces decidí ir todo recto, siguiendo la línea de deseo, y me encontré entre coches bocinando. Cuando vine a la supermanzana de Sant Antoni por la noche, mi experiencia fue muy diferente: la intersección peligrosa se convirtió allí en un lugar lleno de vida, colorida, verde y, lo más importante, lleno de gente. Había unas treinta personas: algunos sentado solos, otros (la mayoría) de dos en dos o en pequeños grupos, hablando y riendo, entre ellos niños jugando. Personas de todas las edades, y evidentemente de contextos diversos.
En la supermanzana de Sant Antoni se puede observar que la gente disfruta mucho del nuevo espacio. Sin embargo, el lugar no resulta tan atractivo como las calles adyacentes al Mercado de Sant Antoni. No es lo suficiente amplio, el mobiliario público está colocado de manera aleatoria como para que las personas se sientan totalmente cómodas y puedan disfrutar verdaderamente del espacio.
En la intersección de la calle Parlament con Comte Borrell, a pesar de que la plaza pacificada está muy expuesta al sol, sorprendentemente hay mucha gente la mayor parte del tiempo. Al menos hay suficiente gente como hacer bajar a los conductores de moto que deciden cruzar por donde no toca y tengan que empujar su vehículo.
Naturalmente se pueden mejorar algunas cosas: los triángulos amarillos en el suelo y las señales de tránsito no son suficientes para que los coches reduzcan la velocidad. La mayoría van mucho más rápido, afectando el paso de los peatones y los ciclistas que andan más cuidadosos. La señalización no es clara: hay señales en el suelo que permiten a las bicis ir en doble sentido, pero éstas son confusas. Por otro lado, la línea blanca que demarca la calle no encaja con la idea general de la pacificación, confunde a los peatones y delimita el paso de los vehículos motorizados, que siguen dominando la calle. La disposición de todos los elementos que configuran este nuevo eje parece que no impide a los conductores aparcar donde no se debe.
A pesar de estos fallos, no disminuye el hecho que nos encontramos ante un planteamiento necesario de cómo tienen que ser las calles y que sirve a varios buenos objetivos al mismo tiempo. Yo vine principalmente a ver la supermanzana en relación con la movilidad sostenible y es verdad, este espacio invita a ir a pie o en bici. Pero lo que me ha fascinado que esta remodelación favorece nuevos usos por parte de la gente. Es evidente que ayuda a la reunión e integración de ciudadanos muy diversos. La ciudad llega a ser un pueblo donde los vecinos se conocen, se ayudan y se organizan según sus necesidades.
Quiero llevar la idea en mi país, Alemania. Son ejemplos, como el de Barcelona, los que necesitamos en nuestras ciudades. Áreas como esta son auténticos revulsivos de la vida urbana, otorgando el espacio y el protagonismo a las personas y restando protagonismo al coche y la moto. ¡Las medidas que favorecen la bici y el peatón aportan mucho más!
En Berlín, mi ciudad, Barcelona es una inspiración para la ONG Netzwerk Fahrradfreundliches Lichtenberg y promueve el debate público de establecer una supermanzana en un barrio alrededor de una estación de cercanías y metro (https://www.radbezirk-lichtenberg.de/sbox/).
¡La idea se difunde! ¡Ya es un éxito!